“Vale más…. un caricia que mil palabras”
Las personas somos capaces de darle infinidades de significados
La manera en que tocamos a las personas influye forma directa
en nuestras relaciones sociales, afectivas, personales y afectivas, e inversa.
Las caricias es la comunicación más íntima que puede tener
un ser humano, y le hemos dado un sinnúmero de significados (aceptación, cariño,
compasión, amenaza, interés social) lo que realizamos de modo instintivo.
Nuestro cuerpo a evolucionado para ello ( la piel, el
cerebro).
Es una de las hipótesis del libro Touch. Ths Science of
Hand, Heart and Mind, autor David J. Linden, profesor de neurociencia de la
Universidad John Hopkins (Estados Unidos de América).
Por dónde entran las emociones
Los especialistas plantean que no todas las terminaciones
nerviosas de nuestro organismo son idénticas. Algunas sirven para entender la
forma de los objetos –de esencial importancia para los ciegos. De igual forma
existe un variante especial que nos permite relacionarnos con los demás, y que
es valorada como el semejante táctil del “te deseo”, “te entiendo” o “no te
preocupes”
El científico Hakan Olausson, de la Universidad de
Gotemburgo (Suecia) revela que los receptores táctil-C, que dan respuesta a los
estímulos pausados y tenuez, son los nervios a mediante los cuales percibimos el
toque de las personas y que estimula la liberación de oxitocina. Son las que se
vinculan con las caricias afables. Los receptores antes mencionados se localizan
alrededor de los folículos del vello. Las personas que no tenga sensibilidad al
tacto por alguna razón, pueden seguir teniendo estas sensaciones a través de
dichos receptores.
La velocidad y la dureza tienen un papel primordial
Estos receptores sólo se activan cuando la el rose o caricia
se realiza a una velocidad de dos centímetros por segundo aproximadamente, sin
presionar demasiado. Se encuentran diseñados para responder a una temperatura
semejante a la de la piel humana.
Si por el contrario el roce es mucho más rápido, se
activaban los receptores que nos señalan la localización del impacto. Si se
excitan los receptores táctil-C, estos envían una señala al córtex insular
posterior, una región del cerebro relacionada con los sentimientos positivos.
La diferencia que existe entre una caricia sexy y un golpe
brusco no se encuentra únicamente en los aspectos físicos. Como explica Linden,
a su vez influyen factores emocionales, contextuales y sociales, que influencian
en la percepción de la ínsula posterior.
Una caricia en medio de una discusión nunca tendrá un efecto
placentero, al contrario es interpretada como una agresión.