El 4to conde de Chesterfield, conocido como Lord Chesterfield, es recordado por los
cientos de cartas en la que instruía a su heredero para la vida, abarcando
todo, desde historia, literatura, filosofía, consejos para la vida y el amor,
una adición intrigante a la escritura de cartas dando orientación paterna en
algunos aspectos, otras son un compendio de consejos terribles.
Comenzando en
1737 y terminando con la repentina muerte de su hijo en 1768 a la edad de 36
años, que devastó a Lord Chesterfield, las 400 cartas sobrevivientes fueron
recolectadas por la viuda del hijo en 1774 y publicadas en un tomo titulado
Cartas a su Hijo en el arte de convertirse en un hombre del mundo y un
caballero.
Entre las cartas de Chesterfield hay una sección dedicada
al "arte de complacer", salpicada de extravagantes sugerencias que a
la vez denotan los prejuicios de la época y revelan la profunda inversión de
esfuerzo y tiempo del conde en el éxito y la felicidad de su hijo.
El 9 de marzo de 1748, aconseja al joven de 16 años de
esta manera: El mérito intrínseco solo no servirá; te ganará la estima…,
pero no el afecto…. Para involucrar los afectos de cualquier persona en particular debe además… tener algún mérito particular para esa
persona por servicios hechos u ofrecidos por expresiones de respeto y estima…, etc.,
para él; y la manera elegante de hacer todas estas cosas abre el camino al
corazón, y facilita, o más bien, asegura, sus efectos.
Observe cuidadosamente…, lo que le disgusta o le agrada a
los demás, y persuádase de que, en general, las mismas cosas los agradarán o
desagradarán en usted.
La risa frecuente y fuerte es la característica de la
locura y los malos modales; es la manera en que la mafia expresa su tonta alegría
ante las cosas tontas; y lo llaman feliz. En mi opinión, no hay nada tan
antiliberal, y tan mal educado, como una risa audible.
En septiembre del mismo
año, Chesterfield envía una carta a su hijo desde Londres, brindándole más
consejos sobre modales y el arte de complacer.
La carta comienza como las demás hasta alcanzar un giro
sexista por lo tan espantoso, quizás para algunos divertido, ya que Chesterfield comparte con el niño un secreto sobre
cómo ganarse los favores de una criatura útil en el perfeccionamiento de los
modales: Las mujeres son una parte considerable… de la compañía… van en gran
manera hacia el establecimiento del carácter de un hombre...
Las mujeres… tienen un chisme entretenido, y algunas
veces ingenio… nunca supe en mi vida de una
que no lo tuviera… Un hombre con sentido solo se burla de ellos, juega con
ellos, los humilla y los adula, como lo hace con un niño… pero él no los consulta ni confía en ellos…;
aunque a menudo les hace creer que él hace ambas cosas.
Pero estos son secretos, que debes guardar… Por el
contrario, un hombre que piensa en vivir en el gran mundo debe ser gallardo,
cortés y atento para complacer a las mujeres. Por lo tanto, es absolutamente necesario
administrarlos, complacerlos y halagarlos; y nunca descubrir la menor señal de
desprecio, que es lo que nunca perdonan… Estos son algunos de los consejos que
mi larga experiencia en el gran mundo
Lord Chesterfield (1694-1773) |