La energía sexual que tenemos la gran mayoría de las mujeres
supera a la masculina. Poseemos un cuerpo con curvas, suavidad, dulzura y
delicadeza, capaz de alcanzar el clímax varias veces. El corazón nos late deprisa,
pero se agota más despacio. Somos la parte fértil del planeta. Y eso nunca fue
bien visto.
Intentaron
convertirnos en personas incapaces de sentir placer, para mantener un orden
social. Asegurando que la virtud estaba en la virginidad, nos querían castas y
“puras”, para ello fabricaron hasta cinturones, llegando incluso a amputar
nuestro útero o el clítoris. No satisfecho, nos acusaron y juzgaron por
hechiceras, manifestaron que éramos incapaces de disfrutar del sexo, deseaban
que la maternidad fuera nuestra única razón de ser. En las escrituras de
algunos libros sagrados nos consideraban seres sin alma.
Científicos confirmaron en los años setenta que el orgasmo femenino existía. Se formó
toda una revolución. Y un descubrimiento. De a poco, hemos ido alcanzando el
lugar que un día nos arrebataron. Lo saben los hombres que disfrutan de sus
reinas. ¿Cómo? Haciéndolas sentir a tope. Sí, a lo grande.
Existen
muchas formas de darnos placer, mencionaré una. Esta forma se podría considerar
como una práctica sexual extrema. Hablo de los cuernos consentidos...
El Matrimonio Cornudo o Cuckold Marriage los nombres de estas parejas heterosexuales
donde el varón sabe de la superioridad sexual de su pareja y le permite
relaciones con otros, para obtener de ellas, en modo de ayuda, una gran
satisfacción. La ayudará a relacionarse íntimamente con otro hombre, la
acompaña al encuentro del otro. La esperará. Sentirá respeto ante los restos de
esa noche de pasión.
Un estilo de
vida así puede resultar liberador para ellas… y ellos. El hombre que practica
el cuckolding deja de comportarse como un macho alfa. La mujer pasa a ser una
figura a venerar, esto cambia las tradicionales relaciones de poder en la
relación y da alivio a todos, por lo menos eso es lo deseable.
Los tiempos
cambian. Los dos merecen ser feliz y disfrutar una vida en pareja a toda
plenitud.