Estrés en el trabajo |
ESTRÉS
Tu superior te solicita
resultados y te esfuerzas al trabajar. Cuando estas en casa, los niños juegan y corretean, el teléfono suena, llaman a la puerta,la mascota ladra… Esta situación de estrés influye en tu vida
sexual más de lo que imaginas.
Esto sucede porque estrés libera en el cuerpo la hormona
cortisol, un estrés moderado no tendría problema, el asunto se complica cuando
es mantenido, puede acabar con la libido. Así que conversa con tu pareja y regálense un fin de semana de spa, relajación y entretenimiento, sí o sí.
USO DE LA TECNOLOGÍA
Daña tu vida social, no tu cuerpo. En estos tiempos que
corren la vida en pareja se ve perjudicada por la tecnología. El 80% de
las personas duerme con su móvil en la cama. No darle prioridad al sexo por la
tecnología no es buena idea. La mejor opción es dejar el móvil a un lado o apágalo y procura ser un genial amante.
MALA ALIMENTACIÓN
Ya lo dice el viejo y conocido dicho somos lo que
comemos. Y en el sexo, esto no es la excepción.
Aleja las hamburguesas y pizzas de tú vida diaria.
Sabemos que las dietas ricas en grasas son responsables de complicaciones
cardiovasculares, diabetes y de sobrepeso entre otras.
Aunque las principales disfunciones sexuales, impotencia y frigidez,
pueden ser debidas a debilidades emocionales y psicológicas, muchas veces estos
padecimientos tienen su origen en una mala nutrición.
Un exceso de peso puede desequilibrar tus hormonas, entre
ellas la muy conocida testosterona. Si tienes un nivel de testosterona baja, el
deseo sexual disminuye.
INGERIR DEMASIADO ALCOHOL
El alcohol y el sexo son una mala pareja. En cambio una
buena copa de vino puede ayudar a tener mejor estado de ánimo, una botella
entera puede acabar tu deseo sexual. Sucede que el alcohol disminuye la hormona
DHEA, mejor conocida como la hormona de la juventud, que influye en la obtención
de hormonas sexuales.
El alcohol compromete al sistema nervioso central, causa
que tus movimientos sean más lentos. En este caso, la ejecución sexual se ve
frustrada en varios aspectos.
Entonces, ¿de qué vale tanto impulso sexual, tantas
ganas, si a la larga no se va a disfrutar el sexo a plenitud? Mezclando
el alcohol a nuestro deseo sexual, nos estamos poniendo en una posición de
frustración sexual. Señalaba el afamado escritor inglés William
Shakespeare, las drogas y el alcohol “provocan el deseo pero frustran la
ejecución”.