Sucedió así, al pobre hombre le cancelaron el vuelo y tuvo que llamar a su pareja así comunicarle que no podría llegar a verla.
La falta de confianza de la mujer fue inmediata, él tuvo la “genial” idea de recurrir al apoyo de sus compañeros de viaje, así como a la azafata para evitar pleito con la dueña de sus quincenas.
Todos reían, bien por ellos y por la trabajadora que actuaron con total comprensión y solidaridad, calmando a la celosa mujer.