AMOR EN LA TERCERA EDAD



TERCERA EDAD Y EL AMOR


Puedes que notes a tu pelo poniéndose gris, quizás de repente los sonidos altos te molestan y que en tu cuerpo el tiempo ha comenzado a dejar algunas huellas de su paso, todo indica haber llegado a la tercera edad, que pudiera significar el fin de algunas cosas pero indiscutiblemente sera el comienzo de muchas otras….

Envejecer es  parte inevitable de la vida, Lo cual no significa que se deba renunciar al amor, el afecto y pudieras estar a tiempo de emprender una relación amorosa, plena y satisfactoria, llena de alegría y amor.
Pudiera decir que en la tercera edad, la relación de pareja es de carácter fundamental, los arrullos, caricias, etc. todo lo anteriormente dicho tiene gran relevancia para el adulto mayor

De forma errónea se considera en la mayoría de los ocasiones la palabra amor a la juventud…. Y les pregunto ¿es que no se tienen sentimientos y amor a las tercera edad ?

Los prejuicios en que vivimos sitúan al adulto en un lugar tranquilo del hogar sentado, o haciendo los quehaceres domésticos en la cocina, arrullando a los nietos, esperando por la llegada del hijo que salio a trabajar.

Pues es todo lo contrario, en esta etapa de la vida se pueden estableces relaciones mas solidas y llevaderas, en las cuales se pudiera sostener interesantes y sabias tertulias, salir a bailar, planificar un viaje, reunirse con un grupo de amigos afines con uno.

La persona de la tercera edad  pude tener mucha sabiduría para dar, ser útil por los conocimientos adquiridos. Todas las etapas en la vida tienen su encanto y como otra etapa cualquiera de la vida se debe disfrutar en toda su amplitud, porque tenemos lo esencial para alegrarla que es " Estar Vivos " 


TERCERA EDAD: FRASES PROFUNDAS


Amor en la tercera edad





 POESÍA DE NICOLÁS GUILLÉN

Balada de los dos abuelos

Sombras que sólo yo veo, 
me escoltan mis dos abuelos.


Lanza con punta de hueso, 
tambor de cuero y madera: 
mi abuelo negro. 
Gorguera en el cuello ancho, 
gris armadura guerrera: 
mi abuelo blanco.


Pie desnudo, torso pétreo 
los de mi negro; 
pupilas de vidrio antártico 
las de mi blanco!


Africa de selvas húmedas 
y de gordos gongos sordos... 
--¡Me muero! 
(Dice mi abuelo negro.) 
Aguaprieta de caimanes, 
verdes mañanas de cocos... 
--¡Me canso!
(Dice mi abuelo blanco.) 
Oh velas de amargo viento, 
galeón ardiendo en oro... 
--¡Me muero! 
(Dice mi abuelo negro.) 
¡Oh costas de cuello virgen 
engañadas de abalorios...! 
--¡Me canso!
(Dice mi abuelo blanco.) 
¡Oh puro sol repujado, 
preso en el aro del trópico; 
oh luna redonda y limpia 
sobre el sueño de los monos!


¡Qué de barcos, qué de barcos! 
¡Qué de negros, qué de negros! 
¡Qué largo fulgor de cañas! 
¡Qué látigo el del negrero! 
Piedra de llanto y de sangre, 
venas y ojos entreabiertos, 
y madrugadas vacías, 
y atardeceres de ingenio, 
y una gran voz, fuerte voz, 
despedazando el silencio. 
¡Qué de barcos, qué de barcos, 
qué de negros!


Sombras que sólo yo veo, 
me escoltan mis dos abuelos.


Don Federico me grita 
y Taita Facundo calla; 
los dos en la noche sueñan 
y andan, andan. 
Yo los junto.


--¡Federico! 
¡Facundo!   Los dos se abrazan. 
Los dos suspiran.   Los dos 
las fuertes cabezas alzan; 
los dos del mismo tamaño, 
bajo las estrellas altas; 
los dos del mismo tamaño, 
ansia negra y ansia blanca,
los dos del mismo tamaño, 
gritan, sueñan, lloran, cantan. 
Sueñan, lloran, cantan. 
Lloran, cantan. 
¡Cantan!


Nicolás Guillén