El Amor a los hijos.

El amor a los hijos









El Amor de los padres a sus hijos.


 Instintivo y sin condiciones es el amor a los hijos en todo momento.

El amor a los hijos suele ser a menudo un amor sin manifestaciones evidentes de cariño pues se da por sobre entendido, cotidiano, y en ocasiones no se expresa por  la vergüenza de demostrar todo lo que sentimos.

Los padres deben manifestar su afecto con señales que despierte su atención, preocupación y apoyo, pueden ser con palabras, gestos, con un trato diario afable y respetuoso así recibir de ellos su sol de hijo y que cumplan como tal.

Esto no es para nada un signo de debilidad de los padres, pues cumplir con su papel de padres afectuosos no incluye dejar de lado su rol, el cual puede llevarse con disciplina y respeto.


Amor a los hijos
La madre es quien lleva en mayor medida en estas sociedades la protección y el cuidado de los hijos y la función de brindarle su calor y afecto, tarea que es importante que comparta con el padre. Ambos padres deben estar siempre dispuestos y atentos.

Encontrar siempre un momento para compartir, conversar, intercambiar ideas e intereses, ambos pueden cumplir con la tarea de sostenedor y autoridad en el hogar. Autoridad no significa mandar, que quiere decir hacerse cargo de la disciplina y responsable de asegurar el cumplimiento de las reglas. Cuando somos un buen ejemplo de reglas claras y transparentes es difícil que los hijos las transgredan. La dirección, la organización; y ser el gerente de la empresa más importante que es la familia.


La familia es la base de la sociedad, cuando no se cumplen los roles familiares se produce un desequilibrio que lleva a los hijos a un comportamiento inapropiado y antisocial, afectando el medio social.

Amor a los hijos no es protección, porque los convertirá en personas débiles que necesitarán siempre vivir a la sombra de alguien más fuerte. Proteger es brindarle sólo lo que necesitan para que aprendan a luchar y salir adelante en la vida en el mejor concepto de la palabra.

Austeridad y la sencillez hará a los hijos menos exigentes, más capaces de afrontar las adversidades, de entender a los demás y de relacionarse, y más humildes y sensibles.

Nuestros hijos no tienen por qué ser iguales a los hijos de los demás, de hecho la diferencia es lo que los hace únicos y valiosos.

El reconocimiento es esencial para desarrollar la autoestima en los hijos, a partir de lo que piensan sus padres, las personas más significativas para ellos.